El Real Madrid completó una actuación sobresaliente en el Palau Blaugrana, donde venció por 75-88 y se adelantó por 0-1 en la final de la Liga ACB, al mejor de cinco partidos. El Barça, lejos de sus constantes habituales, lo pagó con una derrota clara e inesperada por la superioridad del equipo madridista dirigido por Chus Mateo, su segundo entrenador, que suple a Pablo Laso, tras el reciente problema cardíaco que sufrió el técnico vitoriano.

El Barça reaccionó demasiado tarde, en el último cuarto, en el que dominó 24-14 y llegó a acariciar alguna posibilidad de remontada. Pero, ni los 15 puntos de Laprovittola, ni los 13 de Mirotic, ni los 12 de Kuric fueron suficientes. El equipo azulgrana había cedido demasiado terreno en los tres primeros cuartos que se saldaron con una ventaja de 23 puntos para el Real Madrid. Un mundo. La remontada era poco menos que imposible, a pesar de la notable reacción de orgullo y los aciertos del Barça en el último cuarto. 

El equipo azulgrana se quedó corto porque durante 30 minutos estuvo desconocido, muy por debajo del potencial que le llevó a ser el mejor en las fases regulares tanto en la Liga como en la Euroliga. Durante el primer tiempo del partido en el Palau, el Barça recibió 49 puntos, solo 10 menos de los que le metió el Madrid durante todo el partido en la final de la Copa que ganó el equipo azulgrana en Granada, en febrero. El ataque del Barça tampoco funcionó en el primer tiempo ante la excelente defensa que le planteó el Madrid, que le ahogó en el interior de la zona. 

Mirotic anotó los cinco primeros puntos del partido, pero a partir de ese momento, con dos triples de Causeur, otro de Yabusele y las primeras canastas de Hanga, el Madrid despegó. Alcanzó una velocidad de crucero en la que sus jugadores se sintieron muy cómodos. 

Mateo dio entrada muy pronto al base-escolta Juan Núñez, de 18 años, que demostró desparpajo y una intensidad que añadió garra y efectividad al sistema defensivo de su equipo. El Barça sumó cuatro pérdidas en un abrir y cerrar de ojos. Esa fue otra de sus lagunas, junto a sus dificultades en el rebote. El Madrid sumó ocho rebotes más, y apoyó gran parte de su ventaja en los 17 rebotes que acumuló en ataque. 

Hanga creó muchísimos problemas a los bases del Barça, que echó de menos a Sanli, ausente a causa de un esguince, y a Exum, descartado porque Higgins y Hayes-Davis ocuparon las dos plazas de extracomunitarios.

El Madrid, a pesar de la lesión de Randolph, que le obligó a retirarse de manera definitiva antes del descanso, siguió ampliando su ventaja. Llegó hasta los 23 puntos al final del tercer cuarto (51-74), después de que Poirier y Yabusele volvieran a mostrar su superioridad cerca del aro.

El inicio del último acto marcó un punto de inflexión. El Barça arriesgó en la presión y sumó la mejor serie de aciertos en ambos lados de la cancha. El resultado fue un 12-0 que redujo la diferencia a 11 puntos (63-74) tras una canasta en penetración de Jokubaitis que coincidió con una lesión de Abrines, que tuvo que irse al banquillo. Pero el Madrid resistió y de nuevo, con el rebote de ataque como principal arma, cambió la dinámica del juego y volvió a ampliar su ventaja.

Cuando quedaban cuatro minutos dominaba por 15 puntos (67-82) y Deck, uno de los más destacados, sentenció. El argentino sumó 18 puntos y lideró la producción de su equipo, con 15 puntos de Causeur, 16 puntos y seis asistencias de Hanga y 11 puntos y nueve rebotes de Yabusele. Pese a todo, el Barça demostró en el último cuarto el potencial que le permite mantener la esperanza de remontar en la final.