Una canasta de Cory Higgins en el último segundo del duelo ante el Armani Milán metió al Barcelona en la final de la Euroliga. El alero estadounidense atravesó la pista a toda pastilla y ejecutó con su elegancia habitual una suspensión que acabó en canasta. El Barça venció por 84-82 al equipo italiano y se clasificó por octava ocasión en su historia para la final de la máxima competición continental.

El equipo azulgrana, 11 años después, volvía al partido decisivo tras ese dramático final resuelto por Higgins, el alero estadounidense que fichó en 2019 procedente del CSKA de Moscú, con el que había ganado la final de la Euroliga ese año en Vitoria tras imponerse al Anadolu Efes.

El Barça superó una dura prueba, sobretodo en el último tramo de la semifinal ante el Milán. Lo consiguió y se recuperó así de su descalabro en el tercer cuarto. El parcial de ese periodo, 16-29, puso en serios apuros al cuadro azulgrana. Punter y Shields fueron los principales responsables del giro radical del guion del partido. El Barcelona lo había encauzado y había acumulado una renta de 11 puntos: 51-40. Pero la reacción de los tiradores del Milán en el tercer cuarto y en el inicio del último cambió el marcador a un 61-69. Faltaban ocho minutos para el final. El Barcelona se sobrepuso a su bache gracias sobre todo a una defensa que fue ganando eficacia a medida que transcurrían los minutos. En el último cuarto solo concedió 11 puntos al equipo italiano. 

Calathes fue el propulsor del juego azulgrana. El base griego se mostró resolutivo y a la vez conectó a menudo con Pau Gasol que, a sus 40 años aspiraba a una Euroliga que volvía a disputar 20 años de su marcha a la NBA. El pívot de Sant Boi aprovechó su buena mano para anotar desde fuera y sus movimientos para recibir dentro de la zona las asistencias de Calathes. El Milán trenzó su juego con su habitual cuidado del balón, sin cometer apenas pérdidas como exige su entrenador Ettore Messina. El Barcelona compensó su peor balance en los robos y las pérdidas con su superioridad en el rebote y en la intimidación.

Sergio Rodríguez y Shields contestaron a la primera salva de triples de Pau Gasol, pero Abrines y Calathes se añadieron al bombardeo exterior en el segundo cuarto. Después llegó la reacción del Milán, con Punter, con Shields, con Delaney y con Sergio Rodríguez, una línea exterior con muchos jugadores aportando puntos. Mirotic, con 21 puntos, y Calathes, con 17, alimentaron el ataque del Barça, aunque a cuenta gotas, muy limitado también por la defensa del Milán.

El final fue muy apretado, con empate a 78 y a 80 puntos. Se lesionó Calathes y Bolmaro manejó definitivamente el timón. Un triple de Punter volvió a a igualar el marcador a 82. Faltaba un minuto. Los árbitros recurrieron a la repetición en vídeo para decidir una acción confusa y le dieron el balón al Milán. Pero el ataque italiano se consumió ante la defensa del Barça.

La agonía se resumía en 50 segundos, en 31 tras un tiro fallado por Bolmaro. Punter, que acumulaba 23 puntos, falló a siete segundos para el final. Fue cuando Higgins asumió el tiro decisivo. Atravesó la cancha y anotó: 84-82. Pero todavía quedaba medio segundo. El Milán confió su último cartucho nuevamente a Punter. El alero estadounidense, muy apurado por el tiempo y con Pau Gasol encima, falló. El Barça, once años después, volvía a la final de la Euroliga, la octava en su historia. Su rival, el Anadolu Efes, que había eliminado en la otra semifinal al CSKA de Moscú por 86-89.

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